Otra saga literaria más que surge a rebufo del éxito de la saga Crepúsculo, con romance entre una chica humana y un ser sobrenatural. En este caso un zombi. Pero hay que aclarar que no nos encontramos con los típicos zombis de las pelis de Romero, putrefactos y antropófagos. Estos zombis más que muertos vivientes los podríamos calificar como “retornados de la tumba” o “regresados de la muerte”. Lo que en Francia llaman un revenant. Los chicos muertos de esta novela son un poco lentos de movimientos y parcos en palabras, pero por lo demás perfectamente podrían colar por estudiantes normales en todo, salvo en la excentricidad de que no respiran, ni les late el corazón, aunque en la novela los padres de los alumnos se empeñen en segregarlos por su condición de no vivos, por lo que el autor en realidad aprovecha esta historia para contarnos una metáfora acerca del racismo y la intolerancia contra las relaciones interraciales. Podría haberme resultado un rollo o un plomazo, pero me lo he pasado bastante bien con su lectura, especialmente gracias al humor macabro que impregna la novela en determinados pasajes. Me he reído especialmente con los eufemismos que se inventan los maestros para intentar integrar a los vivos y a los muertos. Reconozco que me he reído como una hiena con la ocurrencia de llamar a los zombis “discapacitados vitales” o “estudiantes con diferente factor biótico”. Me hubiese encantado que el autor hubiese decidido hacer mucha más sangre en este aspecto, poniendo en evidencia la boba moda de lo políticamente correcto y burlándose de las memeces que se inventan a veces las mentes bien pensantes para no tener que llamar a las cosas por su nombre. Los zombis son zombis y punto.
La prosa es bastante ágil, por lo que su lectura me ha resultado bastante amena. En ningún momento he sentido que a esta novela le sobrasen páginas, como si me ha pasado con ejemplos anteriores ya citados en mi blog. Si Ciudad de Hueso me costó un mes terminármela, este Generación Dead me lo he pimplado en menos de una semana. Me ha ayudado sobremanera en este aspecto el hecho de que la protagonista Phoebe no sea la típica neuras crepusculina, del tipo Bella Swan, que se pasa toda la novela en plan: “¿Se habrá fijado en mí? ¿Le gustaré? ¿Cómo es qué no me habla?”. Phoebe me ha resultado una chica muy simpática y vital, a pesar de que sea una gótica que siente interés por un chico muerto. El chico zombi sí que es un sieso a lo Edward Cullen, pero en este caso está justificado. El chico es soso, sí… ¡pero es que está muerto! XD
Y para aquellos que piensen que esta novela fomenta la necrofilia… les contestaré que el final no es el esperado. Por lo menos no es el que yo me esperaba. El final es sin duda lo que menos me ha gustado de esta novela precisamente por inesperado. No es el típico final de una novela de romance sobrenatural adolescente. Se nota y mucho que al autor tampoco le mola nada el rollo crepúsculo… aunque igual me estoy precipitando. Que este libro tiene secuelas y me huelo que lo bueno de este libro se pueda estropear en las continuaciones, con la inclusión de triángulos amorosos forzados con los que marear la perdiz.
Lo mejor: Las notas de humor macabro.
Lo peor: El final. No me ha gustado nada.
En conclusión, no voy a decir que es una maravilla de libro, pero sí que está muy por encima de la media de la gran mayoría de clones crepusculones que inundan ahora mismo los estantes de las librerías. Y en mi caso eso significa mucho.
Y les recuerdo que este libro está disponible en la biblioteca pública de Valladolid, sección juvenil. Por lo que se lo pueden leer por el morro. :-P
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