sábado, marzo 08, 2014

VIII Salón del Comic y Manga de Castilla y León


Mira que estoy ya más que escarmentado de este salón. Mira que ya he hablado en este blog del salón que organiza ASOFED y que ya he dicho que más que salón del comic debería llamarse salón del frikerio o salón del concurso cosplay. Mira que el año pasado me dije que no volvería… pero es que otro año más se organiza un evento friki en tierras pucelanas y si la cabra tira al monte, los frikis tiramos a los salones. Es ley de vida. Además, yo me dije a mi mismo: “¿Tengo otra cosa más interesante que hacer este finde aparte de amargarme en casa jugando al Candy Crush Saga en el Facebook? ¿No, verdad? Pues eso”. El caso es que el año pasado alguien me comentó que si en el salón anterior me aburrí es por que asistí el domingo, que es el día que se centra el salón únicamente en el dichoso concurso cosplay y por tanto elegí mal día, porque a mí el cosplay ni fu, ni fa; que mejor ir en sábado que habría otras cosas. Y yo bobo de mi he picado y he ido el sábado a las 11:30 (que es la hora que supuestamente abrían) y me he tenido que tragar una hora enterita de cola. Media hora para sacar la dichosa entrada en la taquilla. Y luego, dentro del recinto, cuando ya tenías la entrada, otra media hora más de cola para poder acceder al lugar dentro de la Feria de Muestras donde se organizaba el evento. ¡Y Justo hoy a mediodía hacía un solano en Pucela que achicharraba! Con lo mal que me sienta a mí el sol. Que yo soy de esos frikis huraños y ermitaños que viven encerrados a oscuras conectado a internet, con la piel traslucida, blanco como la cera. Y ni rastro de sombra para refrescarse… aunque otros lo habrán tenido que pasar peor. Mucho peor. Digo yo. En concreto me estoy acordando de una gótica en la cola que estaba completamente vestida de negro vampiro. Luto total. Negro cuervo. Y ya sabemos que el color negro absorbe todo el calor y toda la radiación solar. Aunque para calorina el tipo que estaba en la cola haciendo cosplay de Juego de Tronos. El interfecto en cuestión estaba disfrazado de guardia de la noche. Esos que están en el gélido muro del norte. Que además de ir vestidos completamente de negro están bien abrigaditos con capas de pieles para no congelarse. Pues el tipo estaba justo así. Abrigado hasta las cejas y cubierto con una capa de pelo o de lana. A pleno sol de mediodía de la meseta castellana. ¡Qué valor! ¡Eso sí que es ser fiel al disfraz! Y yo en mangas de camiseta, quejándome del calor, deshidratándome a pleno sol, sudando la gota gorda. Y luego dirán que si los frikis olemos raro…

El caso es que toda la segunda cola resultaba que en realidad era para poder pillar el regalo de este año por asistir al salón. A saber: un tomo de un manga shojo de Norma. ¡Y mira que detesto el shojo! Pues nada. Otro año más. Otro tomo más que no me pienso leer a criar polvo en la estantería. Por lo menos este año era un tomo unitario. Y no un tomo suelto de una colección larga. Además del tomito de marras nos regalaban a todos una lata de una bebida energética tamaño premium. ¡Leches! Mira que yo con las latas pequeñitas de Red Bull ya me pongo como una moto y no pego ojo en tres días. Pues con esta lata, si me la bebo, fijo que pillo un insomnio de los de no poder sobar en un mes. ¿A quién se le ocurren estas ideas? ¿Qué leches pinta una bebida energética patrocinando un salón de comics y manga? Yo las bebidas energéticas las relaciono con botelloneros y otros adictos a substancias no recomendables para la salud… no las relaciono con gente lectora y sedentaria. En fin. Como yo soy de esos de no tirar nada me supongo que la bebida gigante energética la tendré un añito en la nevera hasta que un día me harte de ella y la mande al cuerno.

Bueno. Al turrón. Lo importante. Una vez dentro me he encontrado con lo de siempre. Puestos y más puestos en plan tenderetes como si esto fuese un mercadillo en vez de un salón, vendiendo figuritas, camisetas, pines, chapas, tazas y toda clase de mercaderías a precios prohibitivos. Vamos que después de dar un par de vueltas al ruedo y ver que no ha cambiado absolutamente nada respecto al año pasado, y visto que no pensaba comprarme nada, pues que me han entrado ganas de irme. Espera un segundo… ¿nada ha cambiado? ¿De dónde viene ese olor a fritangas? ESTO ES NUEVO. VENDEN BURGERS y HOT-DOGS. Flipando que me he quedado. Verán, resulta que el año pasado escribí un post en plan de coña donde en plan satírico se me ocurrió cachondearme de la sushiteria. Y en plan coña escribí que si vendían sushi y ramen, porque en los manga los protas comen esos alimentos, que entonces bien podrían vender hamburguesas y perritos calientes, porque los superhéroes del comic están todo el día zampando fast-food. ¿No? Pero que quede bien claro que aquello era sorna. Pura ironía. No pensaba que fueran a hacerlo de verdad. ¡Pues toma! Y palomitas vendían también. ¡Y pizzas! ¿Es que la gente no sabe captar cuando estoy de coña? Y por el olor creo que churros también vendían. Porque todo el salón este año olía como a churrería. Este año ha sido el año del salón fritanga. Y yo que quiero ponerme a régimen y bajar barriga. Los de ASOFED me odian fijo.

En fin. Que otro año más en el que para aprovechar la entrada me he tenido que amorrar a la sección de videojuegos. Y he aprovechado para jugar al emulador de recreativas que tenían allí basado en el MAME. Que el año pasado me quedé con las ganas. Genial para recordar viejos tiempos machacando botones. Y también tenían un pinball al que se podía jugar gratis. Un petaco de los de toda la vida. Y creo que yo era el único que jugaba. Lo que pone en evidencia mi edad. Aunque lo que realmente ha puesto en evidencia mi verdadera edad ha sido la siguiente anécdota que paso a relatarles. Verán, yo debo de estar muy enfermo y muy mal, porque a pesar de que digo que a mí el cosplay ni fu, ni fa, no paraba de lanzarles miraditas a las chicas disfrazadas. Y cuando digo “miraditas” en realidad lo que quiero decir es que se me iban los ojos detrás de cada chavala disfrazada de colegiala japonesa con minifalda. O detrás de cada muchachuela vestida con un corsé de cuero. El caso es que ha debido de resultar muy descarado, porque una de ellas ha ido directa a por mí y yo pensando: “¡BUFA! Ahora me van a soltar la bronca por mirón.” Y va y me enseña su IPhone y me dice: “¿Nos sacas una foto?” y yo sin reflexionar he soltado: “¡Lo siento! Yo es que no sé cómo se usan esos chismes!”

CAGADA.

¿Chismes? Joer: solo me ha faltado decirle: “hija mía, que yo soy un abuelete del pleistoceno, cuando los móviles tenían botones, pesaban un quintal, y ni sacaban fotos ni na.” Vamos, que una oportunidad de oro para hablar con una chica, desaprovechada por culpa de la brecha tecnológica generacional. Y yo que me consideraba nativo digital… pues sí, señores. Que injusta es la vida. Y hay que ver como la realidad nos pone a todos en su sitio. A mi la realidad me ha puesto en evidencia. Resulta que no sé cómo sacar fotos con un IPhone, porque yo nunca he tenido un móvil inteligente de esos con pantalla táctil, ni chorraitas de esas. Y ni wasapeo ni gaitas. Este ha sido otro perfecto momento watamote de mi vida. Pero por lo menos tengo pollo. No, espera, que eran burgers con olor a fritanga. O mejor no, que tanta fritura engorda. El caso es que me he vuelto para casa y ya veremos si el domingo vuelvo…

1 comentario:

  1. Pues al final sí que he vuelto este domingo. Pero vamos, que me he pasado la mañana exactamente igual que la de ayer. Jugando al petaco y viciándome al MAME. Ninguna actividad realmente asociada al comic. Este salón debería llamarse salón del cosplay y los videojuegos en vez de salón del manga y el comic.

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