viernes, julio 26, 2013

Animefobia: Hyperdimension Neptunia.

Hyperdimension Neptunia The Animation es el ejemplo perfecto de todo lo que hay de erróneo en la industria del anime japonés en la actualidad. Me gusta autocalificarme de friki y también me gusta autodenominarme como otaku, pero cada día que pasa me resulta más y más difícil sentirme identificado con estas etiquetas. Es jodidamente difícil sentirse otaku en la actualidad cuando Japón solo te ofrece animes como Neptunia. Neptunia es lo puto peor.
Resulta que este anime pretende ser una parodia del universo gamer o algo así. O pretende ser una comedia con chistes que atraigan a los gamers, pero yo es que no termino de ver como ostias funciona el invento este. No me imagino a un tipo de 30 tacos con los cojones pelados de tanto matar zombis en la saga Resident Evil poniéndose luego a ver esta serie de niñitas moñas y cursis.
A ver si logro explicar el despropósito este…
Resulta que por algún lugar perdido en el cosmos existe un planeta llamado Gamindustri, que tiene cojones el nombrecito, y que por lo visto es un mundo virtual donde las consolas de videojuegos se antropomorfizan convirtiéndose en niñas repolludas, lo que tiene cojones también. Pero no son unas niñas repolludas cualquiera, no. Además son unas magical girls que tienen el poder de transformarse, pasando de niñitas repolludas entrañables a hiperandroides de alta tecnología con sables de luz y trajes fluorescentes como en Tron, pero que visten como prostitutas, por lo que podríamos decir que son hiperprostitutas de última generación. O como diría cierto líder musulmán: “si le brillan las tetas es que esas mujeres son fornicadoras.”
Tetas brillantes y luminosas. ¡MI TESORO!

El caso es que absolutamente todo en el diseño de las protagonistas de esta serie está pensado únicamente para el disfrute onanista de pajilleros nuncafollistas. De hecho esta serie debería llevar una advertencia antes del comienzo de cada capítulo. ADVERTENCIA: el visionado de esta serie es un claro síntoma de nuncafollismo agudo. Consúltelo con su farmacéutico antes de que vaya a peor.
Aunque me da a mí en la nariz que esta serie no solo tiene al público masculino onanista en mente. Las chicas adictas al cosplay también se tienen que hacer unos dedetes tremendos solamente con la de trajes y más trajes absurdos a su disposición que les ofrece esta serie. Hay para todos los gustos: desde goth-lolis, pasando por pastiches del Touhou Project, hasta plagios baratos de las vocaloids. ¿Por qué conformarse con menos pudiendo tenerlo todo?
Y en cuanto al primer episodio… pues lo puedo resumir así: rollo, rollo, rollo, onee-chan, rollo, rollo, rollo, rollazo, vamos a matar pokemones. Y ahora paso a explicar esta parte…
Resulta que las niñas-videoconsolas en sus ratos libres se dedican a matar monstruos. ¿Por qué? Ni puta idea. Supongo que para subir puntos de experiencia y comprar habilidades con las que poder adquirir nuevos trajes de putones. Y los monstruos que matan parecen salidos de un RPG de los buenos viejos tiempos de los 8 bits pero en cutres. En concreto en este capítulo se tienen que enfrentar a unos monstruos espantosos y temibles que tienen tela, telita, tela. Nada más y nada menos que un híbrido bastardo entre un slime de los Final Fantasy y un perro peluche. ¿Cómo llegaron a la existencia semejantes abominaciones malignas? Solo pueden haber surgido fruto de las desviaciones zoofilicas entre un moco y un perro corgi. El asunto es que las niñas se transforman a lo magical girl, pero con despelote incluido y se lanzan a matar peluches mocosos a katanazos. Pero es que los peluches tienen un poderoso ataque del mal, contra el que las hiper-niñas no pueden resistirse. Los monstruomocos se dedican a combatir a las niñas a base de lametazos. Y no solo le pegan lametones en los morros como haría cualquier cachorrito ávido de afectos pueriles, no, no, que va… los mocopeluches del mal pues como que son muy del mal y se dedican a meterse debajo de las bragas de las niñas, para hacerles cosquillas en la vagina con sus lengüecillas húmedas...

Este es el nuevo anuncio de compresas superabsorbentes especiales para flujo espesito.
¿Qué niña adorable no ha soñado alguna vez con que su peluche amoroso se transforme en un montón de mocos blandurrios y se le introduzca por el ano? Pues eso.
Después de matar a los moco peluches, las niñas-videoconsolas deciden meterse en una cueva, a darle caza a un bicho que se parece muy remotamente a un pokemon gigante tipo Palkia o Groudon. ¿Por qué? De nuevo otro enigma. Supongo que los fans de pokemon también tienen derecho a su ración de pajas con fanfics absurdos acerca de pokemons gigantes luchando contra niñas sexys en bikinis brillantes. Y creo que este es el único verdadero vinculo sólido entre la cultura gamer y esta puta bazofia.
Y ya al final del todo se descubre que hay un villano mirón cubierto con una capa espiando a las niñas. Se levanta la capa y aparece el puto ratón de vinilo, ese que tanto mola a los hipsters, que parece del Lego pero que no lo es y que no tengo ni puta idea de como se llama. ¿Por qué aparece? Pues porque sí. Como todo en esta puta serie. Que no tiene ni pies ni cabeza, pero que seguro que va a ser el nuevo pelotazo entre los otakus enfermos de Japón. Si es que todo en esta serie grita: FANSERVICE.
Y ya está.
Pues no. No está.
Quiero dejar bien claro mi punto de vista como seguidor del anime con más de veinticinco años de experiencia a cuestas. Si esto fuese un anime hentai porno me daría igual y hasta me parecería tolerable, pues quedaría bien claro desde un principio que nos encontramos con material de desecho creado para satisfacer los gustos de una minoría de japoneses pervertidos y enfermos. Pero no. Resulta que esta serie es mainstream, lo que significa que este tipo de productos son los que ahora se puede tragar a diario con toda naturalidad en la tele un otaku promedio en Japón. Y esto me saca de mis casillas. Me enferma que se vea de lo más natural la existencia de series de dibujos animados protagonizadas por niñitas pequeñas cursis, en las que de repente y sin venir a cuento aparezcan escenas salidas de las fantasías fetichistas de un depravado calentorro.
Para entendernos… es como si en un episodio de Mi Pequeño Poni introdujesen como adversario a un monstruo tentacular, con el único propósito de meter con calzador una escena de tentacle rape con las ponis, para darle el gusto a bronies espeluznantes que fantasean con metérsela en caliente a Fluttershy (y me consta que esos tipos existen, googlear, googlear y repeluznaos). ¿Tendría sentido que Hasbro aceptase eso? Me parece que no…
Pues con el anime actual lo mismo. Los niveles de fanservice ya están sobrepasando lo obsceno. Y si lo mezclamos con el moe-moe-kyun la cosa es ya para vomitar. Estos animes me producen animefobia.

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