País: USA.
Año: 2006.
Duración: 132 minutos.
Género: Acción, Drama, Thriller.
Dirección: James McTeigue.
Guión: The Wachowski Brothers.
Producción: Joel Silver, Andy Wachowski, Larry Wachowski, Grant Hill.
Fotografía: Adrian Biddle.
Música: Dario Marianelli.
Estreno en España: 7 de Abril de 2006.
Año: 2006.
Duración: 132 minutos.
Género: Acción, Drama, Thriller.
Dirección: James McTeigue.
Guión: The Wachowski Brothers.
Producción: Joel Silver, Andy Wachowski, Larry Wachowski, Grant Hill.
Fotografía: Adrian Biddle.
Música: Dario Marianelli.
Estreno en España: 7 de Abril de 2006.
Alan Moore es un genio del comic. Eso parece no discutirlo nadie. Sus obras son ya referentes clásicos dentro del mundillo de la historieta: Watchmen o mismamente esta V de Vendetta son ejemplos claros de la brillantez argumental del autor británico en lo que a narrativa gráfica se refiere. Lamentablemente, las geniales obras de Moore traducidas del lenguaje del comic al lenguaje de la pantalla grande resulta que ya no parecen ser tan geniales. Tenemos los mediocres precedentes de “From Hell” o “La Liga de los Hombres Extraordinarios”. Lo que funcionaba en el comic, en el cine simplemente no funciona. Ocurrió en el pasado con anteriores obras de Moore y ha vuelto a ocurrir de nuevo con esta película. V de Vendetta no funciona. Y punto.
Déjenme explicarme. Existe una cosa que los americanos llaman “suspension of disbelief”, termino que se suele traducir al castellano como suspensión de la incredulidad. Gracias a la suspensión de la incredulidad, los espectadores nos tragamos sin pestañear cualquier cabriola circense que realicen los protagonistas de los espectáculos hollywoodienses. ¿Qué el protagonista circula a 300Km/h por una autopista plagada de vehículos sin estrellarse en el intento? Nos lo tragamos. ¿Qué el protagonista corre más que las balas? Nos lo tragamos. ¿Qué el prota salta con su jeep todoterreno por encima de un helicóptero en pleno vuelo? Pues en ese caso como mucho exclamamos: “¡Vaya fantasmada!” pero al final tragamos. Tragamos con todo. El problema es que las fantasmadas de este V son de otro tipo. Son fantasmadas sociopolíticas y por ahí si que no trago. Las fantasmadas de V de Vendetta resultan intragables por bochornosas. Dan Vergüenza. Vergüenza ajena. V de Vergüenza. En la escena final de la película contemplamos atónitos la marcha de los miles de uves hacia el parlamento de Londres para participar con su visto bueno de la gran traca final. Con esa escena guionistas, director y productores parecen querernos decir que todos somos V. Tú, yo y tu vecino del quinto. Todos V. Todos podríamos ponernos la careta de terrorista llegado el momento. Pues lo siento, pero no. No trago. Yo por ahí no paso. Yo soy de esos ingenuos que piensan que el fin no justifica los medios. No puede. Nunca. De ningún modo. O no debería. Pero eso a los Wachowski les da igual y por eso han decidido incluir esta escena bochornosa y tan V de vergonzante al final de la película, estropeando para siempre la genial obra de Moore. En el comic V resultaba un personaje moralmente ambiguo y Moore nos lo presentaba como tal, en ningún momento pretendía que los lectores simpatizáramos con su causa, o si lo pretendía, por lo menos no resultaba tan manipuladoramente evidente. V en el comic era un antihéroe, no el jodido Che Guevara. Lo repetiré de nuevo: las novelas gráficas que funcionan en el mundo del comic traducidas al mundo del cine dejan de funcionar. Por culpa de cosas como esta. Por culpa de productores que deciden hacer lo que les da la real gana con el material de origen. Lo dicho. V de Vergüenza.
Déjenme explicarme. Existe una cosa que los americanos llaman “suspension of disbelief”, termino que se suele traducir al castellano como suspensión de la incredulidad. Gracias a la suspensión de la incredulidad, los espectadores nos tragamos sin pestañear cualquier cabriola circense que realicen los protagonistas de los espectáculos hollywoodienses. ¿Qué el protagonista circula a 300Km/h por una autopista plagada de vehículos sin estrellarse en el intento? Nos lo tragamos. ¿Qué el protagonista corre más que las balas? Nos lo tragamos. ¿Qué el prota salta con su jeep todoterreno por encima de un helicóptero en pleno vuelo? Pues en ese caso como mucho exclamamos: “¡Vaya fantasmada!” pero al final tragamos. Tragamos con todo. El problema es que las fantasmadas de este V son de otro tipo. Son fantasmadas sociopolíticas y por ahí si que no trago. Las fantasmadas de V de Vendetta resultan intragables por bochornosas. Dan Vergüenza. Vergüenza ajena. V de Vergüenza. En la escena final de la película contemplamos atónitos la marcha de los miles de uves hacia el parlamento de Londres para participar con su visto bueno de la gran traca final. Con esa escena guionistas, director y productores parecen querernos decir que todos somos V. Tú, yo y tu vecino del quinto. Todos V. Todos podríamos ponernos la careta de terrorista llegado el momento. Pues lo siento, pero no. No trago. Yo por ahí no paso. Yo soy de esos ingenuos que piensan que el fin no justifica los medios. No puede. Nunca. De ningún modo. O no debería. Pero eso a los Wachowski les da igual y por eso han decidido incluir esta escena bochornosa y tan V de vergonzante al final de la película, estropeando para siempre la genial obra de Moore. En el comic V resultaba un personaje moralmente ambiguo y Moore nos lo presentaba como tal, en ningún momento pretendía que los lectores simpatizáramos con su causa, o si lo pretendía, por lo menos no resultaba tan manipuladoramente evidente. V en el comic era un antihéroe, no el jodido Che Guevara. Lo repetiré de nuevo: las novelas gráficas que funcionan en el mundo del comic traducidas al mundo del cine dejan de funcionar. Por culpa de cosas como esta. Por culpa de productores que deciden hacer lo que les da la real gana con el material de origen. Lo dicho. V de Vergüenza.
¿Por qué determinados críticos de cine quieren vendernos esta película como una de las más importantes de los últimos tiempos cuando resulta tan claro y tan evidente que no lo es?
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