martes, noviembre 01, 2005

Alter de Cine: La Novia Cadáver

Dirección: Mike Johnson y Tim Burton.
Países: USA y Reino Unido.
Año: 2005.
Duración: 76 min.
Género: Animación, comedia.
Producción: Tim Burton y Allison Abbate.
Música: Danny Elfman.
Fotografía: Pete Kozachik.
Estreno en España: 28 Octubre 2005.

La víspera de Todos los Santos, noche de Halloween, he podido disfrutar con el estreno de una película que esperaba con impaciencia, yo y todos aquellos que somos fans de Tim Burton: La Novia Cadáver. Tras un muy mediocre remake de El Planeta de los Simios y una muy decepcionante Big Fish, esta película y la anterior, Charlie y la Fabrica de Chocolate, han logrado que vuelva a reconciliarme con este genial y original director.

Para aquellos que no conozcan el argumento, les informaré, a modo de somero resumen, que narra las desventuras de Víctor Van Dort, obligado a casarse en un matrimonio de conveniencia con la hija soltera de la noble, rancia y venida a menos, familia Everglot. El día antes de la boda se celebra un ensayo del ritual, para que los novios practiquen sus votos de matrimonio, pero el joven Víctor está tan sumamente nervioso ante la perspectiva de tener que casarse, que comete toda clase de errores y el párroco, muy molesto por las torpezas del novio, le expulsa y le recomienda que ensaye a solas si no quiere fastidiarlo todo en el día señalado. Víctor se marcha a un bosque cercano y allí, a la luz de la luna, ensaya sus votos con tan mala fortuna, que pronuncia el: “¿Quieres casarte conmigo?” justo encima de la tumba de una novia que fue asesinada el día de su boda, antes de contraer matrimonio, que se levanta de su tumba, responde con un tétrico: “¡Sí quiero!” y se lleva al pobre Víctor al mundo de los muertos.

La película es tan tétrica como bonita, preciosa y macabra. Con amores imposibles de ultratumba, villanos vodevilescos y una siniestra mansión repleta de retratos de antepasados difuntos con cara de mal vinagre. Sabía que me gustaría nada más comenzar los títulos de crédito iniciales, en los que se puede observar el vuelo de una mariposa de alas azules por el mundo de los vivos, que es triste, gris, amargo, aburrido y sombrío. En contraposición el mundo de los muertos está lleno de color, de alegría, de jovialidad y (para que negarlo) de la vitalidad que le falta al mundo en blanco y negro de los vivos. Con unos muertos que saben disfrutar de su estancia en el más allá cantando y meneando el esqueleto a ritmo de jazz, en un bar que recuerda mucho al que en su día tuviera Manny Calavera, protagonista de Grim Fandango, la aventura gráfica de Lucasarts.

La película tiene sus momentos tenebrosos y escalofriantes, como cuando la novia se levanta de su tumba en medio de ese oscuro bosque cubierto de nieve o el momento en que la novia se quita el velo a la pálida luz de la luna, para mostrar su lívido rostro. Pero de todos ellos mi favorito sin dudarlo es la terrible escena en que la novia cadáver arranca a Víctor de la habitación de su prometida, la hija de los Everglot, ante sus aterrados ojos. Pero no nos engañemos, en esta película no se nos cuenta un cuento de terror. Es un cuento de hadas, para adultos, pero de hadas. De hecho la historia funcionaría exactamente igual de bien si en vez de una novia muerta, la protagonista fuera una inmortal princesa elfa enamorada de un mortal, solo que entonces la película tal vez hubiese resultado excesivamente empalagosa, por exceso de edulcorante, pues tendríamos duendes, haditas y unicornios rosas, en el lugar de los zombis marchosos, esqueletos danzarines o maitres decapitados con los que yo me pude reír a mandíbula batiente. Recordemos que Burton es un cachondo y para nada el tipo triste o lánguido que querrían los gotiquillos de poca monta, fans de Pesadilla Antes de Navidad. Que a Burton le gusta el humor negro, negrísimo, se puede comprobar dándole un repaso a su filmografía. Bitelchús o Mars Attacks son piezas indispensables de este director que todo buen fan de Burton tiene que tener en su deuvedeteca. Pero tampoco nos engañemos pensando que esta película es una comedia. Es una historia romántica, y como tal, cuenta con sus buenas dosis de momentos melodramáticos o sensibleros, que a mí personalmente, en pequeñas dosis, no me sobran, aunque en algunos momentos los mohines de la novia cadáver me puedan resultar cargantes, por cursis.

Esta es la parte mala de la película. Me resulta completamente incomprensible que una novia tan mayorcita, tan muertecita y tan en estado de putrefacción, pueda ser tan pazguata a veces. Pero se lo perdonamos. A las chicas guapas podemos perdonarles el que se comporten como niñatas tontas, según se puede deducir de las reacciones del joven Víctor, pues este queda irremediablemente prendado de su nueva esposa. En este punto Tim Burton hace trampas. La novia es una muñequita preciosa, de largas piernas, tipito de Barbie, grandes ojazos de largas pestañas y con unos labios carnosos que le darían envidia a la mismísima Angelina Jolie. Si la novia cadáver fuese fea y gorda dudo mucho que Víctor se fijase en ella, o que pasase por alto detalles como que su nueva esposa tiene la cabeza rellena de gusanos.

Lo mejor: el diseño de la Novia Cadáver.

Lo peor: Que a veces la novia se comporte como una niña tonta y algún que otro número musical sobrante.

¿Por qué en el cine de Hollywood es siempre la novia la que sueña desde niña con el día de su boda y es el novio el que se muestra nervioso y asustado?

No hay comentarios:

Publicar un comentario