Países: USA y Reino Unido.
Año: 2007
Duración: 130 min.
Género: Aventura, fantasía, romántica.
Dirección: Matthew Vaughn.
Guión: Matthew Vaughn, Jane Goldman.
Producción: Lorenzo Di Bonaventura, Michael Dreyer, Neil Gaiman, Matthew Vaughn
Música: Ilan Eshkeri.
Fotografía: Ben Davis.
Reparto: Claire Danes, Charlie Cox, Sienna Miller, Rupert Everett, Michelle Pfeiffer, Robert De Niro, Peter O’Toole.
A la hora de tener que definir Stardust casi me resultaría forzoso el tener que usar el termino “cuento de hadas para adultos” si no fuera porque yo a este Stardust la parte adulta no se la veo por ningún lado, al carecer por completo de violencia, sexo, sangre, morbo o de cualquier otro elemento que podamos relacionar inevitablemente con la adultez. Por ende no voy a caer en la trampa de clasificar a Stadust como de cuento adulto, pero es que tampoco voy a caer en el error de calificarla como de “cuento de hadas para niños” ya que esta película no pretende en ningún momento recordarnos al estilo Disney, tan familiar como empalagoso, con la protagonista rodeada de animalillos parlanchines o de gente poniéndose a cantar y bailar en los momentos más inoportunos. De tener que calificar Stardust de alguna manera yo lo haría en los siguientes términos: “demasiado adulta para ser infantil y demasiado infantil para resultar adulta” y esto, lamentablemente, nos la deja en tierra de nadie. Stardust la película no satisfará ni a grandes, ni a pequeños, ni gustará a aquellos que todavía se niegan a crecer aficionados a los cuentos macabros de Tim Burton, ni gustará a los jovenzuelos que hayan crecido junto con la saga del malhablado ogro verde Shrek o las peripecias del niño mago Potter. Si existe algún público capaz de apreciar las bondades de la adaptación cinematográfica de la novela de Gaiman ese ha de ser, por fuerza, el mismo capaz de verse ahora mismo La Princesa Prometida o quizás Legend de Ridley Scott, sin pasar vergüenza ajena o sonrojo ante la candidez de la historia propuesta. Stardust es la Princesa Prometida del nuevo milenio, con todo lo que esto implica. Quizás los efectos especiales hayan mejorado una barbaridad desde entonces, pero en lo que realmente importa la historia no ha evolucionado ni un ápice: amor verdadero, princesas montando a lomos de unicornios, príncipes que realmente tienen la sangre tintada de color azul, brujas malvadas que al final reciben su justo castigo y, por supuesto, un “happy end” redentor en el que todos resultarán ser tremendamente felices y comerán perdices. Ni infantil, ni adulto. Stardust es un cuento de hadas y punto. Lastima que en estos tiempos que corren muchos ya no estarán para tanto cuento...
¡Ojo! Que no les estoy diciendo que Stardust sea mala película. Al contrario, su factura técnica es impecable y los actores realizan su labor de forma convincente. Es solo que a estas alturas muchos ya no estarán para que les vengan con historietas de princesas encantadas que caen del cielo o de humildes aprendices que pasado mañana van a convertirse en el único y verdadero rey. Aunque no dudo que por este mundo queden todavía románticos incurables (como el propio Gaiman) de los que todavía piden un deseo al ver una estrella fugaz y que disfrutarán de lo lindo viendo Stardust, lo más probable es que la gran mayoría de espectadores asistan al visionado de esta cinta con cara de poker y pensando en porqué leches no fueron a ver cualquier otro estreno de los muchos que había ese día en los multicines. Si es uno de esos que con el transcurrir de la vida se ha ido convirtiendo en un cínico, amargado, descreído y resentido, mejor váyanse a ver la de la Invasión de Nicole Kidman, que a buen seguro que les va a encajar mucho mejor con su modo de ver las cosas. Pero si es de los que todavía creen a pies juntillas en los amores eternos, los destinos grandiosos y las historias más grandes que la vida misma, entonces acudan a ver Stardust sin reparos, que sin duda van a salir encantado tras la proyección.
Lo mejor: Michelle Pfeiffer como la mala, malísima, de la función. Soberbia. El papel de bruja lo borda.
Lo Peor: Cierto piratón vistiendo faldas. Es de ese tipo de cosas que deseas no tener que haber visto.
¿Por qué Robert De Niro insiste en hacer comedia? ¡Por favor, qué alguien le convenza de que no es un tipo gracioso!
Año: 2007
Duración: 130 min.
Género: Aventura, fantasía, romántica.
Dirección: Matthew Vaughn.
Guión: Matthew Vaughn, Jane Goldman.
Producción: Lorenzo Di Bonaventura, Michael Dreyer, Neil Gaiman, Matthew Vaughn
Música: Ilan Eshkeri.
Fotografía: Ben Davis.
Reparto: Claire Danes, Charlie Cox, Sienna Miller, Rupert Everett, Michelle Pfeiffer, Robert De Niro, Peter O’Toole.
A la hora de tener que definir Stardust casi me resultaría forzoso el tener que usar el termino “cuento de hadas para adultos” si no fuera porque yo a este Stardust la parte adulta no se la veo por ningún lado, al carecer por completo de violencia, sexo, sangre, morbo o de cualquier otro elemento que podamos relacionar inevitablemente con la adultez. Por ende no voy a caer en la trampa de clasificar a Stadust como de cuento adulto, pero es que tampoco voy a caer en el error de calificarla como de “cuento de hadas para niños” ya que esta película no pretende en ningún momento recordarnos al estilo Disney, tan familiar como empalagoso, con la protagonista rodeada de animalillos parlanchines o de gente poniéndose a cantar y bailar en los momentos más inoportunos. De tener que calificar Stardust de alguna manera yo lo haría en los siguientes términos: “demasiado adulta para ser infantil y demasiado infantil para resultar adulta” y esto, lamentablemente, nos la deja en tierra de nadie. Stardust la película no satisfará ni a grandes, ni a pequeños, ni gustará a aquellos que todavía se niegan a crecer aficionados a los cuentos macabros de Tim Burton, ni gustará a los jovenzuelos que hayan crecido junto con la saga del malhablado ogro verde Shrek o las peripecias del niño mago Potter. Si existe algún público capaz de apreciar las bondades de la adaptación cinematográfica de la novela de Gaiman ese ha de ser, por fuerza, el mismo capaz de verse ahora mismo La Princesa Prometida o quizás Legend de Ridley Scott, sin pasar vergüenza ajena o sonrojo ante la candidez de la historia propuesta. Stardust es la Princesa Prometida del nuevo milenio, con todo lo que esto implica. Quizás los efectos especiales hayan mejorado una barbaridad desde entonces, pero en lo que realmente importa la historia no ha evolucionado ni un ápice: amor verdadero, princesas montando a lomos de unicornios, príncipes que realmente tienen la sangre tintada de color azul, brujas malvadas que al final reciben su justo castigo y, por supuesto, un “happy end” redentor en el que todos resultarán ser tremendamente felices y comerán perdices. Ni infantil, ni adulto. Stardust es un cuento de hadas y punto. Lastima que en estos tiempos que corren muchos ya no estarán para tanto cuento...
¡Ojo! Que no les estoy diciendo que Stardust sea mala película. Al contrario, su factura técnica es impecable y los actores realizan su labor de forma convincente. Es solo que a estas alturas muchos ya no estarán para que les vengan con historietas de princesas encantadas que caen del cielo o de humildes aprendices que pasado mañana van a convertirse en el único y verdadero rey. Aunque no dudo que por este mundo queden todavía románticos incurables (como el propio Gaiman) de los que todavía piden un deseo al ver una estrella fugaz y que disfrutarán de lo lindo viendo Stardust, lo más probable es que la gran mayoría de espectadores asistan al visionado de esta cinta con cara de poker y pensando en porqué leches no fueron a ver cualquier otro estreno de los muchos que había ese día en los multicines. Si es uno de esos que con el transcurrir de la vida se ha ido convirtiendo en un cínico, amargado, descreído y resentido, mejor váyanse a ver la de la Invasión de Nicole Kidman, que a buen seguro que les va a encajar mucho mejor con su modo de ver las cosas. Pero si es de los que todavía creen a pies juntillas en los amores eternos, los destinos grandiosos y las historias más grandes que la vida misma, entonces acudan a ver Stardust sin reparos, que sin duda van a salir encantado tras la proyección.
Lo mejor: Michelle Pfeiffer como la mala, malísima, de la función. Soberbia. El papel de bruja lo borda.
Lo Peor: Cierto piratón vistiendo faldas. Es de ese tipo de cosas que deseas no tener que haber visto.
¿Por qué Robert De Niro insiste en hacer comedia? ¡Por favor, qué alguien le convenza de que no es un tipo gracioso!
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