Países: USA y Reino Unido.
Año: 2007.
Duración: 138 min.
Género: Aventura, fantasía.
Dirección: David Yates.
Guión: Michael Goldenberg.
Producción: David Heyman.
Música: Nicholas Hooper.
Fotografía: Slawomir Idziak.
Estreno en España: 11 de julio de 2007
Creo que ya he repetido en varias ocasiones que el quinto libro de la saga Potter me parece el más rollo de todos los escritos hasta la fecha por J. K. Rowling y esto indudablemente ha repercutido negativamente en su adaptación cinematográfica. El guionista Michael Goldenberg ha hecho cuanto ha podido para sacar algo potable del material original, yendo directo al grano y eliminando toda la paja que le sobraba a la historia, pero resulta más que evidente que de donde no hay no se puede sacar y un guionista no puede hacer milagros si el material de partida es malo. El quinto libro es un ladrillo. Y cuando digo ladrillo, quiero decir que con mortero, yeso y suficientes copias de Harry Potter y la Orden del Fénix uno podría perfectamente construirse un chalecito en la sierra. Pero ahora se supone que estoy criticando a la película y no al libro. ¿Y cuál es mi opinión sobre esta adaptación? Personalmente creo que Harry Potter y la Orden del Fénix es, por el momento, la película más floja de toda la saga.
Me explico: en anteriores entregas hemos visto siempre a Harry Potter intentando resolver activamente un misterio, viviendo toda clase de aventuras en el proceso. En la primera Harry tenía que encontrar la Piedra Filosofal, en la segunda tenía que buscar la cámara de los secretos, en la tercera descubrir la verdad acerca de Sirius Black el prisionero fugado de Azkaban, en la cuarta averiguar las razones por las que alguien puso su nombre en el Cáliz de Fuego. ¿Y en la quinta? Pues en la quinta supuestamente todo gira en torno a esa puerta que aparece repetidamente en los sueños de Harry. Se supone que Harry tiene que averiguar que es lo que se guarda detrás de la dichosa puerta negra del departamento de misterios, pero es que esto no termina de quedar del todo claro en la película. Da la impresión de que Harry se limita a no hacer nada de nada, salvo esperar a que Voldemort dé el primer paso y se muestre al fin. En una secuencia que transcurre en una de las posadas de Hogsmeade, los amigos de Harry le dan un buen repaso a las pasadas hazañas protagonizadas por el niño mago. Harry ha matado a un basilisco en el segundo curso y en el tercero se enfrentó el solito contra un centenar de dementores o más. A esta lista yo le añadiría la proeza de derrotar a un dragón durante el transcurso del Torneo de los Tres Magos. Algo completamente meritorio para un chavalejo. ¿Pero y en la quinta? ¿Qué hazaña de renombre podemos añadir a esta lista? Ninguna. Parece que a Harry ya le basta y le sobra con tener que lidiar con la profesora Dolores Umbridge para que esta no le pesque dando clases a los miembros del llamado ejercito de Dumbledore. Pues yo lo siento mucho por la actriz Imelda Staunton, pero a mí me parece que en ningún momento el espectador siente que Dolores Umbridge pueda resultar tan o más temible que un Dragón adulto...
Por supuesto con esto no estoy diciendo que no pasen cosas interesantes en la película. Podría citar, por ejemplo, el momento en que Harry y Cho por fin se besan. Es la primera vez, que yo recuerde, que veo a la gente aplaudiendo a rabiar durante la proyección de uno de los films de Potter. Cuando finalmente los labios de Harry y Cho se rozaron, la gente en la sala se volvió completamente loca, aplaudiendo, jaleando e incluso pidiendo bises. Lamentablemente uno siente que esta escena perfectamente podría haberse incluido en la anterior entrega. Se mire como se mire, esta quinta parte resulta bastante redundante. Uno podría pasar del cuarto libro al sexto sin perderse gran cosa por el camino y lo mismo podría decirse de las películas. Afortunadamente tengo que admitir que, justo al final, cuando por fin Harry decide hacer algo más que quedarse sentado a esperar a Voldemort, la película mejora y mucho, siempre que nos olvidemos por completo del bochornoso momento en el bosque prohibido en que hace acto de presencia Grawpy el gigantito infantiloide. También hay que omitir, por absurdas, las escenas en que un ejercito de mortifagos adultos son completamente incapaces de liquidar a un puñado de colegiales mequetrefes. Lo verdaderamente impresionante llega al hacer acto de presencia la Orden del Fénix al rescate. ¡Increible! Mucho más de lo que me esperaba sin duda, aunque estas escenas de lucha no son más que un aperitivo para lo que viene después. ¡El combate entre Lord Voldemort y Dumbledore! ¡Por fin podemos ver de lo que es realmente capaz aquel que no debe ser nombrado! Qué lastima que al final esta lucha resulte ser tan corta y te deje con ganas de más...
Respecto de los actores no puedo decir gran cosa salvo que los habituales están simplemente correctos, tirando a reguleros, cumpliendo con lo que se espera de ellos y punto. Justo lo mismo que se podría decir del nuevo director. Cumple y basta, sin hacerse notar en ningún momento y esto ya es decir mucho. De los nuevos actores tampoco es que haya mucho que reseñar. De Imelda Staunton ya he hablado y no pienso comentar nada más, salvo que esperaba un personaje bastante más terrorífico o que por lo menos diera mucho más mal rollo. De Helena Bonham Carter tampoco es que pueda decir nada, puesto que se limita a soltar cuatro líneas de dialogo escasas y punto. Si hay que destacar a alguien del nuevo reparto esta sería sin duda Evanna Lynch. ¡Es la perfecta Luna Lovegood! Todo un hallazgo y un completo acierto de casting.
En resumen. El episodio más flojo e innecesario de toda la saga Potter.
Lo mejor: Voldemort vs. Dumbledore. Un duelo que termina con una frase contundente: “¡Ha vuelto!”
Lo peor: Grawpy el gigantito amiguito de los niños.
¿Por qué será que siento que el éxito excesivo de los libros le ha sentado fatal a la saga Potter? J. K. Rowling se nos ha dormido en los laureles...
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